sábado, 18 de mayo de 2013

Un día como hoy.

Hoy salí con una de mis amigas de la universidad y no sé porqué pero siempre que voy a algún lugar conozco gente nueva: hoy bailé con un chico que tenía remera animal print y era un amor, nos despedimos con un beso, un abrazo y un "sos lo más,caro, me divertí mucho con vos", con otro que me quiso encarar toda la noche y el barman (conocido mío) le decía que fuera para adelante, otro que estaba sentado solo tomando una botella de agua y me contó que jugaba un partido de futbol y solo salió para "despejar la mente,del laburo y del estudio, a veces me cansa mucho y necesito pensar en la nada misma, como ahora, pero que te cuento todo esto y no sé porqué".
Más tarde estuve dialogando con un chico que, al finalizar la hora de boliche, me invitó a desayunar y  acepté porque me parecía muy simpático.
Yendo hacia la confitería compró un ramo de flores rojas para obsequiarme, un gesto muy tierno, y desayunamos en una esquina cualquiera de Buenos Aires: facturas, café (en realidad, él un cortado y yo una lágrima) y hablamos acerca de nuestras vidas y proyectos.
Lo curioso, más allá de las flores y el desayuno, fue que nunca pidió nada a cambio, nunca intentó un abrazo, un beso,ni algo más, dejó que fluya todo, que hablemos, que nos riamos.
Me acompañó hasta la puerta del edificio donde vivo y recién en ese momento nos dimos un beso, sin presiones, tranquilos.
No sé si lo voy a volver a ver pero me di cuenta que si dejo que todo fluya, si sigo así como estoy (sin sobresaltos, contenta, disfrutando mi soledad sin esa necesidad de tener alguien a mi lado, queriéndome y apreciando cada momento de mi vida), pueden pasar cosas maravillosas, cosas que me toquen el corazón.



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