miércoles, 29 de agosto de 2012

Una vez, cuando era chica.

Tenía ocho años cuando nos conocimos, una mañana de no sé qué estación del año (¿acaso eso importa?) y me acuerdo que fue en mi casa.
Desde el momento en que nos vimos,que nos hicimos mimos mutuamente, que la abracé y la sentí junto a mi corazón supe que íbamos a ser inseparables y que siempre iba a estar conmigo.
Se acercó a mí cuando lloraba porque mamá o papá me retaban por alguna cagada que me había mandado , cuando me rompieron el corazón o cuando peleaba con mi hermana. Se acercaba despacito y se sentaba a mi lado para ofrecerme su inmenso cariño.
Dormimos muchísimas siestas juntas, al principio todos los días y después solo los viernes cuando volvía de la escuela más temprano que el resto de la semana y podíamos descansar hasta que sonaba el despertador y cuando abría los ojos me encontraba con los suyos mirándome fijamente.
Juro que la vi reír mientras corríamos libres por la playa, sintiendo cómo el viento patagónico nos daba con todas sus fuerzas en la cara, jugando con las olas del mar y el frío del agua recorriendo nuestro cuerpo.
El amor que sentí por ella fue puro, limpio. Todavía la sigo extrañando, hace dos años que se fue y  me acuerdo de cada una de las cosas que hicimos juntas: caminar por la rambla, abrazarnos cuando los fuegos artificiales la asustaban, apretarla tan pero tan fuerte por todo ese amor que sentía por ella que hasta daba un quejidito indicándome que la asfixiaba.
Es el día de hoy que no puedo pasar por donde dormía porque en mi garganta se hace un nudo, subo las escaleras y la recuerdo a ella, corriendo para subir a la habitación de mis padres o despacito cuando ya estaba ciega y viejita.
Se llamaba Mili, fue mi mejor amiga, mi caniche toy.

martes, 28 de agosto de 2012

Sueño o pesadilla.

Ya van cinco noches seguidas que la misma cara, la de él, se aparece cuando estoy durmiendo.Pensé que era un lindo sueño pero ahora ya no sé si es sueño o pesadilla.

domingo, 26 de agosto de 2012

Melancolía.

Últimamente ando con un poco de melancolía, siento que todo lo que viví hace tres semanas fue un sueño: haber estado arriba de la Torre Eiffel, pasear por el Senna, recorrer el Louvre, caminar por un pueblito de la  Edad Media como lo es Brujas, cantar y jugar todos los días en Colonia, caminar por las calles de Praga inundadas de sol, visitar palacios en Viena, viajar en tren precupándome solamente de mirar los paisajes, ir al lago en Macedonia y pasar tiempo con mi familia, morirme de calor y vivir a base de Coca- Cola mientras recorro El Coliseo, las plazas, los puestitos de pizza,etc en Roma.
Extraño el no saber en qué día estoy, ni qué número ni la hora ni quién se acuerda de mí o quién me extraña, recorrer, caminar, tomar  sol, llegar extenuada y dormirme para comenzar otro día nuevo.
Sin responsabilidades más que saber qué día y qué horario tengo que dejar el hotel y preocuparme por qué cosas ricas desayunar al otro día, si huevos revueltos o jamón o todo junto, si con jugo de naranja y café o solamente un té.

Fácil.

A veces, solo a veces, me gustaría que todo fuese un poquitito más fácil.

martes, 21 de agosto de 2012

Él, el músico. (IV)

Martina ese día se levantó distinta, con una energía nueva, pensamientos y sentimientos más claros pero como todos los días, fue a trabajar y volvió cerca de la hora de la cena.
Estaba mirando televisión cuando escuchó el sonido del timbre del portero y era él, el músico, que aparecía después de varios días sin dar noticias.
Con muy pocas ganas, lo cual para ella misma fue raro ya que siempre se alegraba de que él llegara, se puso una campera encima del pijama y bajó a abrirle.
Él la abrazó, le di un beso y automáticamente se dirigió hacia el ascensor, llevaba en la mano el vino tinto preferido de los dos.
Ella, como nunca antes, los 9 pisos que tenía que recorrer para llegar a su departamento lo hizo callada, sin hablarle  y ni siquiera mirarlo. Algo había cambiado, ese día, esa mañana.
El músico lo notó pero hizo caso omiso, entraron juntos y él se dispuso a descorchar el vino, servirlo en dos copas y llevarlas al living, donde casi siempre tenían sus charlas.
Se sentó en el sillón grande, donde siempre se sentaban juntos, pero ella decidió ir hacia el sillón chico, alejándose.
Tomaron el vino, conversaron, y después fueron hacia la habitación. Pasaron la noche juntos pero cuando él se despertó, ella no estaba como siempre acurrucada a su lado ni con las piernas enredadas en sus piernas. Ella ya se había cambiado y le traía un café con tostadas de desayuno, señal de que era hora de irse de esa casa.
Martina estaba feliz, se había vestido más linda que otros días y tenía puesto un nuevo perfume que el músico nunca antes había sentido.
Se sentó al borde de la cama y mirándolo a los ojos le dijo:
- Pablo, no sé si quiero volver a apagar cigarrillos en la ventana. Me parece que esto ya no va más, me angustia que desaparezcas de un día para el otro, no saber de vos, y que interrumpas en mi vida como si nada estuviese pasando. Me aburre el tipo de relación, antes era divertido pero ahora quiero algo más y sé que vos no estás dispuesto a darmelo. Sé que vos sos libre, que tenés tus cosas, estás en otra y la verdad prefiero alejarme ahora, que estoy a tiempo porque todavía no me enamoré,asi no salgo lastimada.
Y así, el músico dejó de ser el músico que le gustaba para pasar a ser simplemente Pablo, un amigo más.
Martina no estuvo ningún día angustiada, si le daban un poquito de celos al imaginárselo con cualquier otra (aunque sabía que él estaba con otras desde antes porque nunca habían sido nada) pero fue solo pasajero.
Era hora de dar vuelta la página para empezar a escribir una nueva historia.

viernes, 17 de agosto de 2012

La plaza

¿Te acordás de ese día donde fuimos a la plaza de Av. Córdoba y Anchorena? ¿Te acordás que nos sentamos cerca de la fuente, en el césped, a escuchar tu música y ver el cielo, a hablar de un esbozo de "nosotros" a reirnos, a pasar tiempo juntos?
Y dos años después, volví a pasar tiempo en esa plaza con otra persona, a sentarme a ver la fuente, a pasar la tarde entera hablando, a reirme.
No voy a volver más.

viernes, 10 de agosto de 2012

Él, el músico. (III)

Cuando ella sentía que la cama se convertía en una fría soledad y el músico desaparecía por días, entonces ella buscaba abrazos momentáneos en brazos de otro, en besos de otro.
Y después él volvía a aparecer y todo volvía a ser como siempre: apagar cigarrillos en la ventana, dormir juntos y perderse en las frazadas de esa cama inmensa.


"y, sin embargo, un rato, cada día, ya ves, te engañaría con cualquiera,te cambiaría por cualquiera."
Y sin embargo, Joaquín Sabina.

jueves, 9 de agosto de 2012

No sé

Pasé un mes pensando en muchas cosas, y ahora que volví no sé muy bien qué sentir o qué siento.