viernes, 13 de septiembre de 2013

Para Lean L. (todavía).

Para Lean,
No sé si lees o no mi blog pero sentí la necesidad de escribirte específicamente a vos y quiero decirte que
tengo imágenes, sensaciones, hechos, conversaciones, bien grabadas en la memoria, recuerdo exactamente todo.
Por ejemplo, me habías mandando un mensaje a mi celular diciéndome que estabas en frente de la juguetería, del 2do piso del Shopping Abasto, y yo estaba justo en frente, en una librería.
Te vi: tenías un pantalón beige, un buso rojo,una mochila negra y un gorro negro, era invierno, segunda semana de julio más exactamente un sábado, el shopping estaba atestado de gente caminando por todos lados.
Más tarde me dijiste que ya me habías visto pero no te animabas a acercarte, por eso me mandaste ese mensaje de texto, y así fue como nos encontramos por primera vez.
Me acuerdo que te abracé y te di un beso en la mejilla, pude sentir que estabas usando un desodorante Axe, que tenías un lunar en el ojo izquierdo y una sonrisa hermosa, solo para mí. También me di cuenta que éramos el uno para el otro porque mi cabeza quedaba perfectamente disponible para que apoyes tu pera en ella.
Caminamos, hablábamos y se notaban los nervios y esa energía de cuando sentis que es ese, el amor de tu vida, el ideal, el indicado, el único.
Fuimos al subsuelo, justo en frente del Todo Moda, con mis viejos y mi hermana y papá te invitó a merendar con nosotros pero vos lo único que pediste fue una gaseosa, Sprite, que después en un momento de torpeza volcaste por toda la mesa y me di cuenta que morías de vergüenza pero nosotros nos reimos.
Hablaste con papá, porque los dos habían ido a una escuela técnica, de lo que querías hacer, de lo que ibas a estudiar, de cómo nos conocimos, de que te gustaría ir al sur.
Después mis viejos se fueron a caminar por algún lado del shopping y nos quedamos solos, asi que fuimos a dar unas vueltas y terminamos en Musimundo, ese que estaba a la izquierda de la entrada sobre la calle Agüero, y hablábamos de nuestros gustos musicales cuando me acerqué un poco más a vos, riendo, me miraste a los ojos y me atrajiste hacia vos con la mano en la nuca y ahí fue: ahí fue nuestro primer beso.
Un poco torpe, sin casi ninguna coordinación, dulce, sorpresivo, lleno de ansiedad pero hermoso, en todo este tiempo jamás tuve un beso tan lindo, eso demuestra que lo nuestro fue verdadero, especial, único.
Después subimos al primer piso, caminamos, yo comía un chupetín, nos escondimos detrás de una columna y nos dimos un par de besos más, a esa altura ya íbamos de la mano, sonriendo, felices.
Quedamos en vernos otro día, esa misma semana, cuando yo no paseara con mi familia, y ese fue el comienzo.
Quiero que sepas que me acuerdo de todo: de la salida al cine, que vimos Madagascar, que me regalaste una tarjeta, que la guardé cual oro, que te dí un beso en agradecimiento por ese regalito, que nos dimos la mano debajo de la mesa cuando estábamos almorzando con mis viejos sobre la calle Florida, que ese día estaba un poco fresco, que nos reímos a carcajadas, que no vimos ni una sola escena de la película por estar besándonos todo el tiempo, de la plaza sobre Av. Córdoba, del Botánico, de la Plaza Houssay,de las canciones que me dedicaste,  de mis lágrimas y las tuyas, de mi enojo, de la plaza San Martín, de todas las llamadas que nos hicimos, de todas las conversaciones y peleas que tuvimos y también de todas las reconciliaciones y los "te amo".
Teníamos 11 años cuando hablamos por primera vez, 15 cuando nos conocimos y fuimos novios, después cuando desapareciste en diciembre, tenía 16 cuando pasé el peor verano de mi vida, 18 cuando nos volvimos a reencontrar y te volví a perder, 21 cuando me recibí y por esas casualidades (o no), vos estabas con tu novia que justo se egresaba el mismo día y horario que yo.
Tengo 24 y a pesar de que me enamoré, de que quise muchísimo a otras personas, que vos hiciste tu camino y yo el mío, que hace mucho que no hablamos ni sé nada de vos, quiero que sepas que me sigo acordando cada 21 de junio de tu cumpleaños y que cuando me estoy por dormir, todas las noches, lo último en lo que pienso, siempre, es: ¿qué estará haciendo Lean?.

lunes, 9 de septiembre de 2013

Soltar, dejar ir, let it be.

La sensación ya me es muy familiar: nudo en la garganta, dolor de estómago, se me fue el hambre de repente, incomodidad y en especial, tristeza.
Siento que retrocedí a mis 16 y 19 años, aunque cuando tenía 16 fue estar en carne viva (aún hoy todavía me duele) y a los 19 también dolió pero menos.
De todas maneras siempre dejar ir a alguien que querés mucho, que te gusta y por quien te preocupas es difícil, duele, molesta y da bronca.
Supongo que a veces ciertos finales son necesarios para tener un nuevo comienzo, soltar finalmente a una persona que fue muy importante para que lo siga siendo pero desde otro aspecto (pongamosle la etiqueta de "amigo") es un cambio, una transición que lleva tiempo y pensar, mucho, pero por sobre todo son lágrimas, muchísimas, repasar cien mil veces todos los detalles, recordar porqué no funcionó y porqué vos estás acá y él allá y que no comparten nada más que un puñado de recuerdos lindos, agradables, sacarlo del corazón (un poco) y de la cabeza, desacostumbrarte a todo, empezar a olvidar cómo eran sus besos, sus abrazos, cómo era dormir juntos, su risa, su forma de tratarte, la manera en que vos le hablabas y  sonreías y lo mirabas y sentías.
Es arrancarte algo vivo del alma y del corazón, de a poco, esperar que cicatrice y un día poder levantarte de la cama que te sirvió de refugio durante un tiempo, volver a ver a tus amigos, a comer, a salir, y sentir "estoy bien, ya pasó, una cicatriz más en el corazón pero es eso, una cicatriz,siempre va a estar pero sigue habiendo lugar para más cicatrices".
Soltar, dejarlo ir, let it be.



Soundtrack VI.

Pasé casi 3 años compartiendo cervezas en el balcón, salidas al cine, paseando por Plaza Francia una tarde de domingo, tomando cuba libre en Bs. As Design, fuimos a ver Fuerza Bruta, estudiamos cada uno sus materias pero igual compartíamos contenidos en común, hablamos mucho, dormimos juntos siestas y noches, me emborraché junto a él un par de veces, hicimos karaoke un sábado por la noche y nos morimos de risa, pasamos 2 hs haciendo fila para una Feria del Libro, fuimos al Zoo, pic-nics, pasamos tardes leyendo, mensajeamos mucho, hablamos por teléfono bastante seguido, chateamos otro tanto, peleamos dos o tres veces, salimos a bailar, vimos tele tirados en los sillones, disfrutamos de merendar, de cenar, aprendí recetas nuevas solo para él, fuimos a ver un recital que él quería ir a ver, lo acompañé hasta la puerta de la facultad bastantes veces, viajamos a Rosario un fin de semana largo, comimos helado, caminamos de la mano, fuimos al Malba, nos quedamos despiertos hasta tarde haciendo la nada misma, conoció a la mayoría de mis amigos, vino al cumpleaños de mi hermana, etc etc, inclusive lo extrañé, lo dejé de extrañar, lo amé y lo odié.
A pesar de todas esas cosas no tengo ninguna canción que comparta con él, que me haga acordar a él, que me lleve a él.
Irónico que una de las personas con las que más compartí no me remonte a absolutamente ninguna canción, ninguna melodía, ni siquiera un acorde, un compás, un estribillo.