jueves, 26 de junio de 2014

El de anteojos con marco negro y rulos.

Resulta que uno de mis mejores amigos ganó una barra libre en un lugar conocido (por nosotros y aparentemente más gente, obvio).
Y me crucé con el chico con quien me fui el jueves, alguien de rulos y anteojos de marco negro que bailaba según sus pasos de " antiguo coordinador".
Entonces me acerqué, tranquila, un poco ebria tal vez, a hablarle y ¿qué sucede? en pocas palabras me rechaza, como si fuera un papel que se tira al tacho, una basura para reciclar y después no lo ves más, no sabés dónde está ni hacía qué lugar se fue.
Y lloro, mucho. Porque jamás en mi vida me sentí tan descartable, tan poco ser humano, tan vacía de sentimientos. ¿O es lo que proyecto?. Me hago esa pregunta tres mil veces mientras la gente a mi alrededor baila, fuma, toma y aparentemente se divierte.
Pero quién, en algún momento, no sintió lo mismo. No es que el chico de rulos y anteojos me interese o genere un sentimiento tan fuerte, porque seamos sinceros, sólo hablé una noche con él y sólo estuve una noche, cerca de casa, a 8 cuadras, y fue una noche donde abrí un poco más la mente y conocí grupos de música más copados que los que solía escuchar.
Escucho a la gente reír, muchísimo, veo a mis amigos besarse desaforadamente frente a todos y yo ahí, sola., con mi pucho y mi cerveza.
Vuelvo a sentir lo mismo, descartable, descartable, "te uso y después se terminó, eso sos vos, una cosa, algo que me da placer unas horas y después ya no importa."
Y entonces me vuelvo a preguntar,¿eso es lo que soy yo? ¿una cosa? ¿alguien que usas y después "chau"? mientras te veo desaparecer con una chica de rulos inflados no muy agraciada.
Salgo del boliche, ya para mi es imposible estar en ese lugar donde todo transcurre muuy lento, donde la gente se ríe tal vez en apariencia y hacen los mismos pasitos pelotudos de siempre al escuchar la misma puta canción.
Me cruzo con alguien buena onda, que sin ninguna otra intención, se ofrece a acompañarme hasta mi casa para que no me pase nada, ni siquiera intenta darme un beso o genera alguna "situación". Sincero o caballero, no lo sé, solamente sé que se llama Juan, alguien común y corriente que al verme sola y un poco "desamparada" me hace reír,hace que me sienta bien conmigo misma.
Entonces, de repente, mientras camino en silencio con Juan a mi lado me doy cuenta de algo que ya sé pero que hoy dudé: no soy descartable, no soy algo que se usa y se tira, no soy una "cosa":
Soy yo, libre, risueña, "terca", controladora (si así lo quieren llamar), "picante" (como dijo el chico de rulos y anteojos de marco negro), extrovertida, insegura ( a veces, de mi personalidad y de lo que puedo llegar a proyectar), obsesiva de algunos detalles, analítica, buena hermana, buena hija, con un corazón dispuesto a entregar por tercera vez (aunque ya me hayan lastimado bastante) no a cualquier menso sino a alguien que realmente lo merezca, con experiencia (en muchas cosas que la mayoría de mis amigos no sabe porque, seamos sinceros, todos guardamos un secreto), insistente, perseverante, malhumorada cuando las cosas no salen como yo espero, independiente.
Soy yo, así como soy...y creo que eso es suficiente.
Nadie, ni el chico de rulos con anteojos con marco negro y rulos, ni el amor de mi vida, ni mis padres, hermana, primos, amigos, etc, etc, va a poder cambiar.
Soy así, y está bien que sea así, al fin y al cabo tengo suficientes personas que me bancan y me quieren como soy.
Ser, ser, ser humano, ser.
Después de todo, como me dijeron hoy, solo hay que sonreír, porque "tu sonrisa es hermosa, no la borres por cualquiera, siempre adelante, sos hermosa así como sos".
No sé si "hermosa" es la palabra con la que me siento más cómoda, pero nadie  va a borrar mi sonrisa.
Soy yo,la que sigue adelante no importa cómo, la que cierra una puerta para abrir otra y seguir adelante, la que borra rencores para volver a confiar, a creer.
Y duermo, y es otro día, y ya no me siento tan usada, tan descartable.





martes, 24 de junio de 2014

Sábados.

Es sábado a la noche, la gente alrededor ríe y las pintas circulan por todas las mesas. Miro alrededor y ahí están: ellos.
Ellos, dispuestos a darme un abrazo cuando lo necesito y cuando no (bah, siempre me agradan sus abrazos), me escuchan, me joden, se ríen conmigo y de mí, demuestran que me quieren y me escuchan.
Ellos, los que comparten todas mis aventuras, los que me dan sus consejos, con quienes de vez en cuando me embriago un poquito, me miman, jamás me juzgan y me dejan ser.
Ellos, mi grupo de los sábados.
Y de los domingos, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes y para la vida entera.