martes, 21 de agosto de 2012

Él, el músico. (IV)

Martina ese día se levantó distinta, con una energía nueva, pensamientos y sentimientos más claros pero como todos los días, fue a trabajar y volvió cerca de la hora de la cena.
Estaba mirando televisión cuando escuchó el sonido del timbre del portero y era él, el músico, que aparecía después de varios días sin dar noticias.
Con muy pocas ganas, lo cual para ella misma fue raro ya que siempre se alegraba de que él llegara, se puso una campera encima del pijama y bajó a abrirle.
Él la abrazó, le di un beso y automáticamente se dirigió hacia el ascensor, llevaba en la mano el vino tinto preferido de los dos.
Ella, como nunca antes, los 9 pisos que tenía que recorrer para llegar a su departamento lo hizo callada, sin hablarle  y ni siquiera mirarlo. Algo había cambiado, ese día, esa mañana.
El músico lo notó pero hizo caso omiso, entraron juntos y él se dispuso a descorchar el vino, servirlo en dos copas y llevarlas al living, donde casi siempre tenían sus charlas.
Se sentó en el sillón grande, donde siempre se sentaban juntos, pero ella decidió ir hacia el sillón chico, alejándose.
Tomaron el vino, conversaron, y después fueron hacia la habitación. Pasaron la noche juntos pero cuando él se despertó, ella no estaba como siempre acurrucada a su lado ni con las piernas enredadas en sus piernas. Ella ya se había cambiado y le traía un café con tostadas de desayuno, señal de que era hora de irse de esa casa.
Martina estaba feliz, se había vestido más linda que otros días y tenía puesto un nuevo perfume que el músico nunca antes había sentido.
Se sentó al borde de la cama y mirándolo a los ojos le dijo:
- Pablo, no sé si quiero volver a apagar cigarrillos en la ventana. Me parece que esto ya no va más, me angustia que desaparezcas de un día para el otro, no saber de vos, y que interrumpas en mi vida como si nada estuviese pasando. Me aburre el tipo de relación, antes era divertido pero ahora quiero algo más y sé que vos no estás dispuesto a darmelo. Sé que vos sos libre, que tenés tus cosas, estás en otra y la verdad prefiero alejarme ahora, que estoy a tiempo porque todavía no me enamoré,asi no salgo lastimada.
Y así, el músico dejó de ser el músico que le gustaba para pasar a ser simplemente Pablo, un amigo más.
Martina no estuvo ningún día angustiada, si le daban un poquito de celos al imaginárselo con cualquier otra (aunque sabía que él estaba con otras desde antes porque nunca habían sido nada) pero fue solo pasajero.
Era hora de dar vuelta la página para empezar a escribir una nueva historia.

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