jueves, 29 de diciembre de 2011

Mr.

Cuando lo vi por primera vez sentí un leve cosquilleo en el estomago que se extendió por todo el cuerpo hasta finalizar en una sonrisa imposible de reprimir. Listo, ya sabía lo que se me avecinaba.
Ese día, me senté en uno de los bancos un tanto alejados de su escritorio porque me conozco y era obvio lo que podía  pasar si estaba muy cerca: nervios. 
Dio igual sentarme en frente o más lejos porque me comporté  de manera tímida y callada, lo contrario a mi forma de ser en la vida cotidiana (sociable y charlatana). Me gustaba, y mucho.
Todas las veces que lo escuchaba hablar no podía dejar de pensar en cómo se sentiría un beso  de él en ese espacio determinado que me hace tiritar, entre el lóbulo de la oreja y el cuello, o lo agradable que sería el contacto de su barba con mi piel.
También imaginé qué lindo  podría llegar a ser tocar el piano a cuatro manos con ese hombre tan diabólicamente encantador o escuchar música clásica una tarde lluviosa.
El día que tocó una pieza musical fue cuando me di cuenta que ya estaba jugada. No podía ser que ese hombre tuviera todo, absolutamente todo, lo que siempre me atrajo en los seres del sexo opuesto: escribe, es músico, forma parte de una banda, y suele andar de traje. Peligrosamente interesante.
Muchas veces  me pregunto qué tal será en la vida cotidiana, cuáles son sus defectos y qué tan gracioso es.
Se nota que es un tipo que “tiene calle”,  que frecuentó  (o frecuenta) diferentes ámbitos (algunos no tan sanos).
Me pregunto cómo será...

2 comentarios:

El Poeta Maldito dijo...

Éxitos, la vida es riesgo.

Saludos.

Caro dijo...

Gracias! saludos para ti también!